domingo, 11 de septiembre de 2011

ALEXANDER SUTHERLAND NEILL: SUJETOS DE LA EDUCACIÓN

El Educando

El educando para Neill es una persona que tiene todo el derecho de elegir y de ser sujeto de un tipo de educación no impuesta y en la cual él sea el protagonista principal. Es un ser con deseos de realizarse plenamente en función de sus necesidades e intereses y a través del pleno ejercicio de su libertad. El educando debe ser autónomo. La autonomía significa el derecho del niño a vivir libre, sin ninguna autoridad que condicione su actuar, regido sólo por los dictados de su conciencia y responsabilidad. En Summerhill se daba a los niños libertad más no libertinaje, podían hacer lo que les pareciera en tanto que no molestaran a ningún otro57.
Neill sostiene que cuando se ejerce presión sobre el niño o se le maltrata, se lo está frustrando, cortando de esa manera todo intento de libertad. Darle libertad es permitirle vivir su propia existencia, ser él mismo, ser fruto de su propio esfuerzo.
El educando no debe estar sometido a la disciplina rígida ni a la coerción porque de ser así se le estaría introduciendo en un camino lleno de indecisiones, no permitiéndole integrarse adecuadamente a la sociedad. El niño, en la concepción de Neill, no es un inválido nato ni un autómata inconsciente, sino que tiene capacidad suficiente para valorar, disfrutar y amar la vida; por lo tanto, su educación debe ser una educación para la vida pero con libertad, amor, aprobación, autonomía y autogobierno.
La verdadera educación para Neill es aquel proceso en el que cada individuo crea su propio plan de estudios.
Se busca preguntas y busca respuestas a los problemas que le presenta su propia existencia.

El Educador

Sostiene Neill que el educador en libertad, permite educar para la libertad, rompe con falsos esquemas y hace de la enseñanza una práctica fundamental basada en la razón y en el amor. Debe ser sincero, no engañar al niño, debe actuar por convicción, tener sentido del humor, humanidad, ser lo suficiente maduro y bien equilibrado para vivir en igualdad de condiciones con los niños. No debe ser restrictivo. Debe tener una personalidad fuerte pero no dominante, fe y paciencia inagotables y amplia visión educativa. Un buen maestro, dice Neill, no trata de descubrir en el niño aquello que sabe, sino, que le hace ver las cosas. No descubre sino da y lo que da lo hace con cariño, aprobación, reconocimiento, amabilidad y simpatía. En buen maestro no sólo debe comprender al niño sino que debe aceptarlo, tal cual es. El educador debe conocer la historia psicológica de cada niño para no actuar erradamente porque de otra manera se podrían proyectar sobre él sugerencias plagadas de prejuicios y de enseñanzas y amenazas morales. El maestro severo nunca tendrá éxito en una escuela libre.
El buen educador actúa sin ser advertido porque el centro real del proceso educativo no es él sino el educando; no busca imponer sus conocimientos.
Para Neill el futuro educador debería ser educado en base a valores y juicios sobre libertad y humanidad, lo que posteriormente debería aflorar en todo acto de su comportamiento, desterrando de esta forma la educación tradicional, coactiva o inhumana que se da al alumno en la escuela tradicional y que tanto mal hace a la sociedad.
Sostenía Neill que el maestro debe tener “buen sentido del humor y el menor sentido de dignidad posible; no deben inspirar temor ni ser moralistas”58.

Los Padres de Familia

Respecto al significado, importancia y rol de la familia en la educación de los niños, Neill, plantea las siguientes ideas:
La familia es la columna vertebral de un país, el mejor sostén de la nación.
Dado que en la actualidad nuestra civilización es patriarcal, todo el poder se concentra en la autoridad del padre; la madre sin embargo, es la que siempre se queda en el hogar al cuidado de los niños y atada a un sin fin de quehaceres, por lo tanto no existe una verdadera democracia, ya que la participación del padre es mínima con respecto a la educación del niño.
La familia es un excelente escenario para el ejercicio de la democracia. Los diferentes caracteres y formas de pensar posibilitan la práctica de esta democracia. Hoy en día la amistad entre padres e hijos va en aumento en todas las clases sociales, por lo tanto los padres deben ser amigos de sus hijos y darles la orientación, el consejo y el apoyo necesarios. Es necesario dirigir al niño la palabra reconfortante de amor, felicidad y motivación que debe emanar de los padres. La pequeña comunidad familiar es de gran transcendencia en la vida del niño y en su educación. Si se abriga el odio en el hogar, se manifestará en todo lugar que rodee al niño, incluido la escuela. Nunca se alcanzará una auténtica democracia mientras no reine en todo hogar un sentimiento firme de amor, libertad y felicidad.

57. NEILL, Alexander. “El Nuevo Summerhill”. 1ª edición en español. 1994. Fondo de Cultura Económica. México.
58. NEILL, Alexander. Ibídem., p. 153.

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