El Educando
Emilio Durkheim consideró al educando como un ente que en principio es asocial y que la educación a través de un proceso de imposición y comunicación de un código cultural de normas, valores y conocimientos, lo integra a la sociedad.
Así cada sociedad se forja un cierto ideal de hombre. Es este “ideal” lo que constituye el polo de la educación. Para cada sociedad, la educación es el “medio con el cual ella prepara en el corazón de los niños, las condiciones esenciales de su propia existencia”. En consecuencia, el niño pertenece primeramente a sus padres y es a ellos a quienes toca dirigir su desarrollo intelectual y moral. En esta etapa se considera a la educación como privada y doméstica. Sostenía también que el niño, al entrar en la vida, no lleva más que su naturaleza de individuo y que la sociedad encuentra en cada uno de ellos una tabla casi rasa sobre la que tiene que construir, y por el camino más rápido. A este ser egoísta y asocial que acaba de nacer, ella añade otro, capacitado para llevar una vida moral y social.
Emilio Durkheim consideró al educando como un ente que en principio es asocial y que la educación a través de un proceso de imposición y comunicación de un código cultural de normas, valores y conocimientos, lo integra a la sociedad.
Así cada sociedad se forja un cierto ideal de hombre. Es este “ideal” lo que constituye el polo de la educación. Para cada sociedad, la educación es el “medio con el cual ella prepara en el corazón de los niños, las condiciones esenciales de su propia existencia”. En consecuencia, el niño pertenece primeramente a sus padres y es a ellos a quienes toca dirigir su desarrollo intelectual y moral. En esta etapa se considera a la educación como privada y doméstica. Sostenía también que el niño, al entrar en la vida, no lleva más que su naturaleza de individuo y que la sociedad encuentra en cada uno de ellos una tabla casi rasa sobre la que tiene que construir, y por el camino más rápido. A este ser egoísta y asocial que acaba de nacer, ella añade otro, capacitado para llevar una vida moral y social.
El Educador
Para E. Durkheim, el educador está obligado a manejar la atención del niño y la manejará mejor si conoce su naturaleza con más exactitud.
En su manuscrito “Educación Moral en la Escuela Primaria” dice que al maestro le corresponde dar una educación moral, laica y racionalista. Enfoca la moralidad en sí misma, es decir, la civilización moral que la educación debe transmitir al niño, iniciándolo en los diversos deberes, suscitando en él virtudes particulares. Reduce a tres los elementos de la moralidad: espíritu de disciplina, de abnegación y de autonomía.
Decía que era importante la impresión que se desprenda de la persona del maestro; así como el sacerdote es el intérprete de Dios, el educador es el intérprete de las grandes ideas morales de su tiempo y de su país.
En cuanto a la autoridad, el educador debe comprender que no la recibe de fuera sino de sí mismo. Ésta sólo puede venirle de una fe interior. Hace falta que él crea no en sí mismo, no en las cualidades superiores de su inteligencia o de su corazón, sino en la misión y en la grandeza de su misión.
Esta autoridad formada enteramente por el respeto que el educador tiene a sus funciones, a su ministerio, posibilita que mediante la palabra, el gesto, las enseñanzas, pasen de su conciencia a la conciencia del educando.
Señalaba que la transmisión por el educador de un saber positivo y la asimilación del educando de una materia, son la condición de una verdadera formación intelectual y que la sociedad debía recordar incesantemente al maestro cuáles son las ideas, los sentimientos que hay que imprimir en el educando para ponerlo en armonía con el medio en que ha de vivir.
Para E. Durkheim, el educador está obligado a manejar la atención del niño y la manejará mejor si conoce su naturaleza con más exactitud.
En su manuscrito “Educación Moral en la Escuela Primaria” dice que al maestro le corresponde dar una educación moral, laica y racionalista. Enfoca la moralidad en sí misma, es decir, la civilización moral que la educación debe transmitir al niño, iniciándolo en los diversos deberes, suscitando en él virtudes particulares. Reduce a tres los elementos de la moralidad: espíritu de disciplina, de abnegación y de autonomía.
Decía que era importante la impresión que se desprenda de la persona del maestro; así como el sacerdote es el intérprete de Dios, el educador es el intérprete de las grandes ideas morales de su tiempo y de su país.
En cuanto a la autoridad, el educador debe comprender que no la recibe de fuera sino de sí mismo. Ésta sólo puede venirle de una fe interior. Hace falta que él crea no en sí mismo, no en las cualidades superiores de su inteligencia o de su corazón, sino en la misión y en la grandeza de su misión.
Esta autoridad formada enteramente por el respeto que el educador tiene a sus funciones, a su ministerio, posibilita que mediante la palabra, el gesto, las enseñanzas, pasen de su conciencia a la conciencia del educando.
Señalaba que la transmisión por el educador de un saber positivo y la asimilación del educando de una materia, son la condición de una verdadera formación intelectual y que la sociedad debía recordar incesantemente al maestro cuáles son las ideas, los sentimientos que hay que imprimir en el educando para ponerlo en armonía con el medio en que ha de vivir.
Excelente interpretación y apreciación el cual haces y vale la pena dejarte un mensaje de Felicitaciones, Mi nombre es Jhoagin Rivas Mosquera y hago estudios de Maestría en Educación en la Universidad Nacional en la sede de Medellín mi email es jhoagin@gmail.com por si deseas enviarme mensajes o documentos de Educación.
ResponderEliminarfelicidades
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