El Educando y el Educador
El educando para Illich es todo aquel miembro de la comunidad a quien le corresponde ser educado por ser integrante de la misma y porque como ser humano le corresponde ser “realizado” en su naturaleza humana y espiritual, más allá de cualquier limitación de sexo, credo o condición económica. Deberá ser una persona dotada de un convencimiento del valor del aprender y dotado de valores morales elevados. El maestro o líder, según Illich, debe ser una persona dotada, dispuesta siempre a proveer una auténtica dirección intelectual, el pedagogo que ayuda al estudiante a encontrar el sendero rápido para alcanzar su meta; no será de ninguna manera el maestro o profesor formado para desenvolverse en una escuela, miembro de una “burocracia de personas que se dedican, como los sacerdotes de antaño, a la función de ideologizar al pueblo”117.
Maestro y discípulo deberán tener conciencia de que su relación es inapreciable y que de formas diferentes constituye para ambos un privilegio. Para el maestro es un lujo, una forma de recreación (un gozo espiritual) y para el discípulo una actividad significativa sin propósito ulterior.
La relación que llegará a establecerse entre maestro y discípulo no deberá limitarse sólo a la disciplina intelectual sino también a la artística, filosófica, religiosa, psicoanalítica y pedagógica; y, a todos los hombres y profesiones.
Illich postula un magisterio en el que todos deban ser maestros, según sus capacidades, habilidades y destrezas.
“Tenemos que descalificar a los maestros actuales y desarrollar en todos los peruanos el sentido de la obligación de compartir los privilegios que obtuvieron aprendiendo a leer y a escribir. Esto, naturalmente, se puede extender a todas las demás competencias, a todos los demás oficios. No hay ninguna razón para que en el Perú a una persona que sepa reparar automóviles, no se le imponga la obligación de formar cada año tres aprendices, como técnicos en reparación de coches, y para esto no hay que saber leer y escribir”118. Responsabiliza incluso a los maestros de profesión como los causantes directos de que no se viabilice la desescolarización. “Son solamente los maestros, cuyos ingresos en el mundo entero dependen de la mistificación del pueblo sobre la complejidad de tales competencias, quienes impiden tomar los pasos necesarios para ir en esta dirección”119.
La relación que llegará a establecerse entre maestro y discípulo no deberá limitarse sólo a la disciplina intelectual sino también a la artística, filosófica, religiosa, psicoanalítica y pedagógica; y, a todos los hombres y profesiones.
Illich postula un magisterio en el que todos deban ser maestros, según sus capacidades, habilidades y destrezas.
“Tenemos que descalificar a los maestros actuales y desarrollar en todos los peruanos el sentido de la obligación de compartir los privilegios que obtuvieron aprendiendo a leer y a escribir. Esto, naturalmente, se puede extender a todas las demás competencias, a todos los demás oficios. No hay ninguna razón para que en el Perú a una persona que sepa reparar automóviles, no se le imponga la obligación de formar cada año tres aprendices, como técnicos en reparación de coches, y para esto no hay que saber leer y escribir”118. Responsabiliza incluso a los maestros de profesión como los causantes directos de que no se viabilice la desescolarización. “Son solamente los maestros, cuyos ingresos en el mundo entero dependen de la mistificación del pueblo sobre la complejidad de tales competencias, quienes impiden tomar los pasos necesarios para ir en esta dirección”119.
117. RIVERO, José. “Conversación con Iván Illich”. En Revista Educación. Año 1, Nº 3. 1970. Ministerio de Educación. Lima - Perú. p. 46.
118. RIVERO, José. Ibídem.119. RIVERO, José. Ibídem.
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